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Cantinera como tapatia


Por: Estefanía Jiménez.

 

Puertas anchas de madera despostillada, chapas antiguas con picaporte,  una ventana con facha medio clandestina por donde se pasaban las botellas al estilo vinatería, comidas picositas para curar la cruda y un montón de brebajes alcohólicos que logran llegarle al corazón.

 

Estereotipadas de mala muerte, sublimemente atroces para la pena de amores, cocteleras, saladas, específicas para olvidar el nombre. Guadalajara es tan cantinera como Tapatía, desde 1898 hasta la fecha las cantinas han sido centro de reunión de hombres, borrachos y mujeres que gustan de pasar el rato con ambientes típicos y bebidas que calientan la sangre, las limas, hierbabuenas, batangas y nalgas son solo algunas de esas pócimas que no te dejan llegar a casa caminando recto.

 

En 1980 casi cien años después de que se fundara la primera cantina en la perla tapatía, las mujeres aun no podían entrar en estas, no se entiende si por una cuestión de honor o de estereotipo, pero las señoras únicamente iban, temerosas, a sacar a sus maridos borrachos. Quizá fuera el hecho de que siempre olía a orines, que los baños solo servían de adorno o que el alcohol no era para una dama, dígase de alta o baja clase social, si una mujer estaba cerca de una cantina podía ser tachada de puta sin negación social ni molestia alguna.

 

El cantinero, ese con figura desbalanceada, medio tranza que se ve en las películas de la época del cine de oro, no estaba tan equivoco a la versión natural de aquellos que iniciaron en esta profesión, un poco lacras, apostadores y perspicaces, conocedores de borrachos y de mendigos que perderían todo por un trago más de aquel vendito tequila.

 

A juzgar por su permanencia, estos lugares han tenido una transformación en dos vertientes, la primera en cuanto a la inclusión y la segunda partiendo de la modernidad.

 

La inclusión se dio de manera paulatina y con formas extrañas, los esposos morían causando una costumbre en las mujeres de ir a visitar y degustar una bebida para recordarlos, pocas eran las que iban, pero se fueron haciendo muy pertenecientes de estos lugares. Comenzó a cambiar el uso de canaletas para orinar, los baños tuvieron impacto, el lenguaje se fue adaptando para que las pláticas fueran menos burdas, aunque las mujeres también se reunían a hablar en un tono distinto al acostumbrado.

 

Después de un tiempo hasta las bebidas fueron bautizadas en honor a sus clientas, pasando de ser solo un simple trago a “el trago”. El adaptarse a esta vertiente llego con la libertad, el voto femenino, los derechos humanos, respeto y solidaridad por todos, pero aun así las cantinas seguían siendo lugares desastrosos, a los cuales solo se iba a embriagarse y perder dinero. Esta visión duro unos 20 años más, el chismorreo y la información extraoficial también era participe de encuentros cantinescos lo cual ponía en duda la integridad de personas y algunos oficios que al igual que las cantinas se han desmitificado de malos e imprudentes. 

 

En el 2000 le llego la modernidad de peso a la tradición, es bastante sabido que la cerveza se ha posicionado en un alto rubro de las diosas alcohólicas, el tequila ha pasado a mejor vida y los brebajes se toman solo si se quiere conocer o se les ama por su sabor. La comida dejo de ser el centro de atención de la cantina y así como en su pasado se mitificaba, quedo como mito que eran para morir y perder, hombres de traje y mujeres vestidas en hermosos vestidos han sido parte de esta revolución moderna, pues la mayoría de las cantinas cuenta con una cercanía a lugares de “alta cultura”, dígase teatros, museos, galerías y escuelas.

 

La cercanía se le debe a la recreación necesaria después de eventos importantes, los conciertos debían terminar siendo festejados, las ideas de la política del cambio debían cerrar tratos de manera clandestina, los actores querían distraerse y beber un poco antes de seguir con la fama, y así cada uno de los personajes por los cuales la recreación continuo, aparte de todos aquellos humanos que gustaban de un trago y pasar el rato.

 

El segundo golpe que le dio a las cantinas fue sobre el concepto, si bien la proliferación de estos humildes y fachosos lugares creció de manera paulatina en el siglo pasado, en este (siglo XXI) se dejó de lado la barra, los equipales incluso se cambió a la torta ahogada y la birria, todo esto por la cerveza, sillas tejidas en plástico, mesas de barril o pallets y una botana que va de tostadas a hamburguesas, todo esto en muchas ocasiones a un precio súper accesible y en pequeñas dimensiones.

 

Las mujeres pasaron de ser las consumidoras moderadas, liberadas y rudas, a señoritas modernas cuya ebriedad, en muchas ocasiones, rebasa la del hombre, esto se evidencia en la pulcredad de las “nuevas cantinas”, lugares que tienen colores atractivos, mesas limpias, vasos, un estilo “fresco”, música de moda, meseros jóvenes y una cantidad de cervezas y vodkas inigualables. Llamadas cantinas por su estilo medio coloquial, pintadas como bares, que no llegan a ser rudos, polémicas e indiscutibles, así como el estereotipo, pero innovadoras, decadentes de tradición y leyendas, faltas de la vida de barrio y llenas de vestidos, tacones y chamarras de marca.

 

Se pasó del tabú a costumbre natural, para convertirse en una mezcla de rebeldía juvenil y despilfarro. Las jarras de hierbabuena ahora son de cerveza, las bebidas de la casa muy pocas veces se les vera el tequila, el cantinero romántico que escucha y conoce a sus clientes paso a ser un hombre de barra que debe tener una velocidad extrema y no prestara atención a las personas; las cantinas esas que eran cualitativas, humanas y personales, pasaron a ser cuantitativas, visionarias y despreocupadas de su gente.

 

Por lo tanto hoy día se tienen dos cantinas las románticas que buscan prevalecer y darle un buen rato a sus clientes, y el conglomerado cantinero que está invadiendo y llevando la fiesta a los jóvenes que pretenden ser tradicionalistas en un lugar urbano y novedoso.

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Mayo, el mes más esperado en Tototlán

Por: Sughey Jiménez

 

Lleno de color, festividad, emociones y familiaridad así es el mes de mayo para el municipio de Tototlán, ya que para los tototlenses es el mes en el que se festejan sus fiestas patronales al Señor de la Salud.

 

 

 

Cada año varían la semana en el que inician pero siempre tiene que ser en ese mes y un miércoles, este año se dieron inicio el 02 de mayo y finalizaron el día 11, sólo durando nueve días.

 

 

 

Un tototlense sabe que se darán inicio a sus fiestas, cuando el primer día en punto de las 6 am comienzan a escucharse los cohetes y las personas que viven cerca de la parroquia de San Agustín, escuchan las campanadas y como la banda toca las mañanitas al señor de la Salud.

 

Así como también, en la tarde alrededor de las 5 pm para dar inicio a estas fiestas se realizan los gremios donde los dueños de los comercios del municipio participan, al igual que la plaza principal se va llenando a sus alrededores de juegos mecánicos, puestos de comida, dulces y sobre todo pequeños puestos de cantaritos de barro pintados con letras de colores Tototlán 2018, alrededor con botellas de tequila.

 

 

 

Nueve días en los que la plaza no se encuentra sola, grupos de amigos sin fin, una que otra banda tocando por ahí y miles de botellas de tequila para acompañar, estando desde 9 pm hasta 4 o 5 am acercándose la hora para llevar nuevamente las mañanitas al Señor de la Salud.

 

 

 

Uno de los días más esperados, es el día en que finalizan las fiestas patronales no para ya no desvelarse o dejar de tomar, sino que es el día más significativo y en el que la esperanza, la fe y el agradecimiento abundan por las calles de Tototlán.

 

 

 

Se realiza una misa que muchos dirán que es una misa cualquiera pero no lo es, a las 11 am se da inicio al agradecimiento al Señor de la Salud por unas fiestas

más y a las 12:30 pm el Señor de la Salud es bajado de su altar y colocado en una base en el centro de la parroquia para que tototlenses e hijos ausentes lo besen y bendigan sus artículos, ya que esto sólo sucede una vez al año.

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Templo inconcluso de la preciosa sangre

En el municipio de Mascota, Jalisco. Se encuentra una construcción vieja, hermosa y con muchas historias, pareciera un castillo pero es una iglesia que jamás se termino, visita Mascota y date una vuelta por este lugar.

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